Sin Remitente
Casi al final de la mañanera, una reportera insistió: pero qué pasó entonces con Adán, y el presidente respondió: “no quiso nada”. La pregunta vino a colación después que el mandatario había dicho que le había ofrecido reintegrarse al gabinete, pero que no había aceptado: “Que tiene otros planes”.
La reunión que Adán Augusto López Hernández tuvo en Palacio Nacional con el Presidente solo confirmó dos cosas: que después de perder el proceso interno, se resistió a incorporarse como uno de los operadores de la virtual candidata presidencial, Claudia Sheinbaum, y que su posición ya no le alcanzó para que le dejaran Tabasco y obtener, por lo menos, un triunfo para reivindicarse ante sus seguidores.
Ese “no quiso nada” y que “tiene otros planes” adelanta que el ex poderoso secretario de Gobernación no será protagonista del triunfo de la primera mujer presidenta en el país, y que también se quedó fuera de la sucesión en Tabasco, donde sus correligionarios esperaban por lo menos rescatar algo para continuar en posiciones de poder (alcaldías y diputaciones).
Como bien analizara en una de sus entregas el reconocido colega periodista René Alberto López Hernández, el adancismo en Tabasco, como antes el madracismo, gurrismo, andradismo y nuñismo, viene en declive. Es un fenómeno político natural en la sucesión de las clases políticas que llegan al poder y que confían que su abolengo y sus finanzas les garantizan eterna continuidad. Pero la realidad de los hechos se les va imponiendo.
El presidente, finalmente, se ha decantado porque en Tabasco la continuidad con cambio la lideran los históricos luchadores de la izquierda en Tabasco que encabezan sus amigos de batalla, Javier May Rodríguez y Octavio Romero Oropeza.
Quiénes hoy llaman traidor al Presidente, olvidan que a su hermano, Adán Augusto López Hernández, lo hizo gobernador primero y después secretario de Gobernación y que incluso le dio la oportunidad en buena lid de entrar a la sucesión presidencial en la que pudo haber crecido como para disputarle la nominación a Claudia Sheinbaum, pero sus errores (el menosprecio a la prensa) y los presentados en el proceso (sus ostentosos relojes, el escándalo por una presunta relación con una diputada y el codazo a otra, aunado a los excesos de su cuñado Rutilio Escandón en Chiapas), lo dejaron fuera de toda posibilidad de ser protagonista.
En esa visita -y quizá la última a Palacio Nacional-, el presidente Andrés Manuel López Obrador selló la carrera política de un segundo tabasqueño que pudo hacer igual historia, y que decidió mejor desaparecer del escenario político, “porque tiene otros planes” legítimos que no son, por supuesto, enfrentar a su hermano desde Tabasco. Ya se lo dijo ayer el presidente: las puertas de Palacio Nacional siguen abiertas…