Arabia Saudita parece estar lista para abandonar su objetivo no oficial de mantener el precio del crudo en 100 dólares por barril, ya que se prepara para aumentar la producción de petróleo, según fuentes cercanas al tema. Esta decisión sugiere que el reino está dispuesto a aceptar un periodo prolongado de precios más bajos, algo que marcaría un cambio en su estrategia energética.
El país, principal exportador mundial de petróleo, junto con otros ocho miembros de la OPEP+, tenía previsto revertir los recortes de producción en octubre. Sin embargo, un retraso de dos meses generó dudas sobre si el grupo realmente aumentará la producción, ya que el precio del Brent cayó brevemente por debajo de los 70 dólares por barril este mes, su nivel más bajo desde diciembre de 2021.
Pese a esto, las fuentes aseguran que los funcionarios saudíes mantienen su compromiso de elevar la producción a partir del 1 de diciembre, incluso si esto conlleva precios más bajos durante un periodo extendido. La decisión afectó inmediatamente los mercados: el Brent cayó un 2.53 %, a 71.60 dólares por barril, y el West Texas Intermediate bajó un 2.9 %, cotizando en 67.67 dólares.
Este giro estratégico marca una ruptura con la política saudí de los últimos años, que priorizó los altos precios mediante recortes de producción. El promedio del Brent en 2022 fue de 99 dólares, impulsado por las tensiones geopolíticas tras la invasión de Ucrania por Rusia. No obstante, la oferta de países no pertenecientes a la OPEP, especialmente de Estados Unidos, y la débil demanda en China han diluido el impacto de estos recortes, reduciendo el precio promedio a 73 dólares por barril en septiembre de 2024.
Según el FMI, Arabia Saudita necesita que el petróleo se mantenga cerca de los 100 dólares por barril para equilibrar su presupuesto y financiar los ambiciosos megaproyectos del príncipe heredero Mohammed bin Salman. Sin embargo, el reino no está dispuesto a seguir cediendo participación de mercado a otros productores, confiando en su capacidad para recurrir a reservas de divisas o emitir deuda soberana para sobrellevar una etapa de precios bajos.
Hace una década, Arabia Saudita adoptó una política similar cuando permitió que los precios del petróleo cayeran en 2014 para contrarrestar el auge del petróleo de esquisto en Estados Unidos. En años recientes, bajo el liderazgo del príncipe Abdulaziz bin Salman, el reino ha buscado maximizar los ingresos, reduciendo la producción para sostener los precios, aunque esta estrategia ha generado fricciones con Estados Unidos.
Hasta ahora, Arabia Saudita ha asumido gran parte de los recortes de la OPEP+, reduciendo su producción en 2 millones de barriles diarios en los últimos dos años, lo que representa más de un tercio de las reducciones del grupo. Actualmente, el país produce 8.9 millones de barriles diarios, su nivel más bajo desde 2011, excluyendo la pandemia y el ataque a una de sus instalaciones petroleras en 2019.
Con el plan de revertir gradualmente los recortes, Arabia Saudita espera aumentar su producción mensual en 83 mil barriles diarios a partir de diciembre, con el objetivo de sumar un millón de barriles diarios adicionales para diciembre de 2025.
Sin embargo, uno de los mayores desafíos que enfrenta el reino es el incumplimiento de algunos miembros de la OPEP+, como Irak y Kazajstán, quienes han producido más de lo acordado. Aunque el secretario general de la OPEP, Haitham Al Ghais, ha asegurado compromisos de ambos países para corregir la sobreproducción, Arabia Saudita sigue vigilando de cerca el cumplimiento y podría acelerar su propio aumento de producción si otros miembros no respetan sus acuerdos.