Ante la magnitud récord de altas temperaturas, el Secretario General de la ONU, António Guterres, hizo un llamado urgente a gobernantes y empresas energéticas del mundo para que recorten hasta en un 45% las emisiones contaminantes, antes del año 2030. Es eso o el desastre. Así de claro.
Cientos de víctimas humanas fatales y fuertes daños en producción económica están dejando las ondas de calor, como saldo preliminar de su impacto en México y en varios países.
Por eso el funcionario de la ONU fue claro el jueves 15 de junio del presente, en el contexto de un mes que a nivel global fue considerado el más caliente desde que hay registros.
México alcanzó en esos días -en varias entidades federativas- marcas por arriba de los 40 grados a la sombra, con sensación térmica en torno a los 50 grados; lo cual detonó voces de alarma. Por ocurrencia estacional, la amenaza continuaba latente al cierre de esta edición.
Los picos climáticos dejarán miles de damnificados en el país. Por lo pronto, ocasionaron accidentes fatales, como el lamentable caso de la familia de Tabasco. Esta se quedó sin electricidad y los tres integrantes quisieron dormir en su coche, por el aire acondicionado; el motor se apagó sin que se dieran cuenta y ahí perdieron la vida, asfixiados.
Como es sabido, los altos niveles de calor registrados por México, junto con el periodo de sequía estacional prolongada, y por la tala clandestina de bosques, tienen a medio caudal lagos, lagunas y ríos. Esto pone en alto riesgo a colectivos humanos, así como a especies de fauna y flora, doméstica y silvestre.
El mensaje del Secretario Guterres no es alarmista. Está basado en estudios de expertos en climatología. Señalan que por cada dólar invertido en exploración y extracción de combustibles fósiles (petróleo y carbón), solo tres centavos son canalizados a energías limpias.
La advertencia es que con los niveles actuales de emisiones contaminantes, la temperatura planetaria promedio se elevaría al menos 2.8 grados hacia el final de este siglo. Mucho antes, el mundo padecerá innumerables catástrofes. Nadie sensato debiera esperar a que se cumplan tales vaticinios.
Los países más industrializados y sus empresas energéticas, principalmente, han sido acusados de ser los mayores causantes del calentamiento global. En las cumbres climáticas ellos han asumido compromisos, pero en los hechos han mostrado renuencia a cumplirlos.
En la coyuntura bélica que atraviesa el mundo, se ha visto que a los líderes geopolíticos les interesa más disputar el control hegemónico, antes que invertir en paz y desarrollo sostenible.
Al margen de esa coyuntura, en particular varios gobiernos han rechazado los convenios globales para el control climático. Es el caso de China e India. Estas naciones se han negado a reconvertir sus modelos industriales o están avanzando a un ritmo lento, mientras el mundo necesita de mayor celeridad.
El rumbo son las energías limpias. México debe marchar en sincronía. No hay mejor opción ni son tiempos para el regateo criminal. Invertir en esta materia es vital para todos, en el presente y para las próximas generaciones.