Contracolumna
Santiago Nieto –el otrora poderoso fiscal de la cuarta transformación– resbaló del poder como gorda en tobogán. Un tipo indiscreto que nunca aprendió a conducirse con discreción. Mezcló su vida personal con los asuntos de carácter público. Esa condición lo llevó hace cuatro años a divorciarse de Mayte Ferreiro Maldonado.
Santiago le echó la culpa de su divorcio a Emilio Lozoya. Por eso cuando el exdirector de Pemex ingresó al Reclusorio Norte el pasado 3 de noviembre, el primero en festejarlo fue Santiago Nieto.
En octubre de 2017 Santiago en su condición de fiscal de delitos electorales de la PGR divulgó información sobre la investigación contra Emilio Lozoya en una entrevista con Reforma, lo que más tarde, derivó en su destitución como titular de la Fepade. Él mismo se autoproclamó como “un fiscal incómodo” para el gobierno de Peña Nieto tras haber revelado los sobornos de Odebrecht para la campaña presidencial de Peña Nieto.
Tras ser destituido, Santiago denunció haber recibido presiones, intentos de sobornos y amenazas por haber iniciado la investigación contra Lozoya y, a decir se sus palabras, acabaron con su matrimonio y ocasionaron su divorcio.
Para Obrador el exfiscal electoral pasó a convertirse en un “héroe”, lo acogió en Morena y lo nombró fiscal de la Unidad de Inteligencia Financiera. Desde ahí Santiago enfocó sus baterías contra los enemigos de Obrador, como el perro guardián de la cuarta transformación.
Al inicio de 2004, Santiago se casó con Mayte Ferreiro Maldonado a quien había conocido mientras trabajan en el poder judicial. Su paisano Jaime Cárdenas Gracia es su padrino político. Lo impulsó desde que Santiago egresó como estudiante de leyes en la Universidad Autónoma de Querétaro.
Santiago había concluido su gestión como coordinador de asesores de la Contaduría Mayor de Hacienda de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal cuando se casó con Mayte Ferreiro. El invitado de honor de esa boda fue Jaime Cárdenas. Un evento sencillo sin lujos con un centenar de invitados. Producto de esa relación Mayte y Santiago procrearon dos hijas.
Tras el divorció en 2017, Mayte y sus hijas quedaron en el anonimato bajo el pretexto de que “corrían” peligro tras las amenazas de Lozoya y el nuevo cargo de fiscal que comenzó a desempeñar Santiago en el equipo del presidente Obrador.
Santiago se hizo famoso y su vida dio un giro rocambolesco. Su relación con Obrador estaba a partir un piñón. Su padrino Jaime Cárdenas había decidido bajarse de la cuarta transformación y renunció a su cargo al frente del instituto para devolver al pueblo lo robado bajo el pretexto de que él no era partidario de la “fe ciega”. Sin embargo, la esposa de Jaime, doña María de la Luz Mijangos Borja decidió continuar como fiscal Anticorrupción de la Fiscalía General de la República como parte del equipo de Alejandro Gertz Manero.
Ambos, Jaime y doña María de la Luz Mijangos, estuvieron en Guatemala acompañando en su segunda boda a Santiago Nieto, ahora con Carla Humphrey, consejera electoral ante el INE y quien antes estuvo casada con Roberto Gil Zuarth, secretario particular de Felipe Calderón.
Santiago y Carla querían tener una boda inolvidable y lo lograron, no como ellos pensaban y ¡zas! Todo terminó en un escándalo mediático. Una comedia de errores. Un drama shakesperiano. Él perdió su empleo y ambos se quedaron con una importante deuda mediante un crédito hipotecario de 24 millones de pesos por la mansión que adquirieron y que convertirían en su nidito de amor.
En política todo es una simulación.
Dice el refrán “no hagas cosas buenas que parezcan malas”.
Y sí, para Santiago y Carla se cumplió la ley de Murphy: “todo lo que empieza mal acaba peor”.
Ambos hicieron pública su relación. Las revistas del corazón dieron cuenta de ello. Todavía Santiago publicaba en Twitter mensajes de amor. Se confirmó así la regla de que en la vida hay tres cosas que no se pueden ocultar: el humo, el dinero y el amor.
No se trató de una boda cualquiera. Los protagonistas son dos conspicuos representantes de la clase política. Ella, consejera electoral y él, un fiscal de mucho poder en el gobierno de la cuarta transformación.
Santiago Nieto y Carla Humphrey son los protagonistas del escándalo mediático que se convirtió en la comidilla en cualquier parte del país. El chisme fue el tema de conversación de los últimos días, luego de que el periódico Reforma revelara la fastuosa boda que contradecía los postulados morales del caudillo de la Cuatro Té.
El escándalo llegó en un mal momento, justo cuando el presidente Obrador arrastraba el lápiz del discurso que preparaba para dar una “lección” al mundo sobre el tema de la corrupción en la sede de la ONU.
Carla y Santiago se llevaron un año planeando la boda. Decidieron efectuarla en un lugar “alejado del bullicio y de la falsa sociedad”, como diría el clásico. Fue así que optaron que la celebración fuese en Guatemala, en la ciudad de La Antigua, declarada Patrimonio Cultural de la Humanidad. Bella y mágica ciudad colonial con quinientos años de historia, con un clima privilegiado y una excepcional vista hacia los volcanes de Fuego y Acatenango.
Cuentan que en las oficinas de la Unidad de Inteligencia Financiera Santiago se la pasaba silvando y tarareando viejas canciones de José Alfredo Jiménez. Guardaba en su escritorio una fotografía de Carla, sonriente. Enamorado cada que miraba la postal se le salía el corazón.
“… Vámonos donde nadie nos juzgue / donde nadie nos diga que hacemos mal / vámonos, alejados del mundo, donde no haya justicia / ni leyes ni nada, nomás nuestro amor…”
Carla y Santiago –como todos sus invitados agarraron la fiesta desde el viernes– se la “curaron” el sábado y el domingo. En la boda abundó el champán, el coñag y los güisquis. El lunes salieron de Guatemala para entrar a Guatepeor.
Claudia Sheinbaum quien encabeza la comisión de las buenas conciencias de la Cuatro Té y quien es una santiguona que cada vez que ve volar un avión se persigna, decidió expulsar del paraíso obradorista a la secretaria de turismo de la Ciudad de México por acudir en un vuelo privado a una reunión social de 300 invitados.
Sheinbaum –la impoluta– quien los fines de semana hornea galletas y prepara rompope en casa, citó a una “conferencia express” para anunciar el cese de Paola Félix Díaz. Invocando al Dios de la Cuatro Té. La jefa de gobierno trazó una cruz. Con los dedos de la mano derecha se tocó la frente, el pecho y cada hombro y rezando en voz alta dijo que Paola había cometido el “pecado” de subirse a un avión privado. La misma suerte correría Santiago Nieto. Ambos fueron expulsados del paraíso obradorista por herejes. Por “fifís”.
¿Y los 35 mil dólares?
Una cosa son los dichos y otros son los hechos y bueno, eso corresponde investigar a Pablo Gómez el sucesor de Santiago Nieto.
A Juan Francisco Ealy Ortiz le echan la culpa del dinero y el avión y a la exfuncionaria del gobierno de Sheinbaum metida hasta el tuétano en actos de corrupción con sus proveedores. Uno de ellos la acompañaba en el viaje.
En medio del cochinero en el que terminó la boda, el embajador de México ante Guatemala, Romeo Ruiz Armenta, esposo de Layda Sansores se encargó vanamente de esconder la basura debajo de la alfombra. El periódico Reforma había destapado la cloaca.
El presidente Obrador daba los últimos toques del discurso que pronunciaría en la ONU donde pondría a su gobierno como el ejemplo de la lucha contra la corrupción que finalmente terminó en la versión 2.0 de su plan de abrazos, no balazos al proponer un Plan Mundial de Fraternidad y de Bienestar, cualquier cosa que signifique eso.
Un culebrón, digno de Epigmenio Ibarra, el rey de las series de ficción llamadas telenovelas. El de Santiago y Carla es solo un capítulo de la serie de la telenovela de la 4T, donde AMLO es el héroe de la película.
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