Postigo
Por José García Sánchez
La difusión de la noticia de que la actual administración atentaba contra las instituciones, cuando en realidad la acción se reducía a la eliminación de fideicomisos pero la oposición en su afán de desgatar extendió la determinación a las instituciones como si éstas fueran una garantía de honradez luego de tantos gobiernos priistas y panistas.
El Pan seguramente va a extrañar los fideicomisos porque con ellos hacía negocios y lavaba dinero. La forma de operar es esta: El panista, que operaba en la Torre Azul, frente al Senado de la República, acuerda con un fideicomiso que le depositará en su cuenta un millón de pesos. El fideicomiso tiene ese dinero en el banco, un mes aproximadamente, hasta que el panista le entrega facturas por esa cantidad, y entonces el fideicomiso le regresa el dinero íntegro. Como recompensa el dueño del fideicomiso recibe, por fuera, el 10 por ciento, es decir, 100 mil pesos, con una aún más discreta comisión para el panista.
Esta operación repetida muchas veces por cantidades muy superiores llevó a cabo el PAN con muchos fideicomisos, en todo el país. Lavar dinero tiene una merma mínima del 15 por ciento, claro llega hasta el 60 por ciento, es lo que cobran la mayoría de los bancos y de otras instituciones, personas, empresas, etc. Aquí no llegaba la comisión ni al 12 por ciento.
Engañaban al gobierno de la ciudad de México que avalaba la operación, a la Segob que otorga legitimidad a los fideicomisos, a los afiliados del fideicomiso que anunciaba con bombo y platillos el donativo, el fisco, etc. Esas son las instituciones que dicen los panistas destruye el actual gobierno. Asas dependencias privadas y las instituciones de gobierno estaban manejadas por seres humanos de dudosa honorabilidad.
Lo mismo sucedía con las guarderías en las que la ABC de Hermosillo, es un ejemplo de falta de transparencia y tráfico de influencias. El PAN no defiende la razón sino los intereses, pero disfraza sus acciones de bien común para que los ingenuos, que cada día son menos, les crean. El PAN está creado por empresarios, cuya representación social sólida es muy reducida, y ese es el único espíritu que ha perdurado en sus acciones desde su fundación, lego de la mutación de líderes y consignas.
Carece de arraigo social. Cuando algunos ciudadanos quisieron incorporarse a ese partido como militantes encontraron una serie de obstáculos que les impedían incorporarse a los secretos medievales de ese grupo. Ahora, están tan necesitados de gente que hasta en los cruceros concurridos desenvuelven mantas convocando a la incorporación a sus filas. Nadie les hace caso.
La descomposición de este partido respecto a su auténtica representación social ha sufrido muchos descalabros. La innecesaria conservación de una cúpula elitista, que era una cofradía con ideas medievales y prácticas violentas, ahora se les revierte ante una verdadera marginación consciente de los mexicanos hacia sus críticas permanentes y sus ocurrencias infantiles.
El engaño ha sido la divisa de los panistas y la gente se da cuenta. Ya pasaron los días en que sus militantes tocaban a la puerta de las casas de los mexicanos levantando firmas contra los libros de texto gratuitos porque decían que promovían el comunismo y el ateísmo. Sus fantasmas siguen siendo los mismos, la manera de enarbolar los miedos, que ocultan sus intereses, es lo que cambia.