Testimonios de la población originaria, especialistas y hasta nuevos habitantes coinciden que las inmobiliarias arrasaron con la flora y la fauna del municipio de Chablekal; que a pesar de protestas, denuncias, marchas y demandas jurídicas; siguen construyendo en el noroeste de la capital y como mafias van dividiendo, comprando conciencias y líderes para contrarrestar y evadir su responsabilidad de depredadores y de atacar a empresas establecidas que generan empleos y desarrollo para los pobladores, no como las inmobiliarias que crean desarrollos, pero para amasar fortunas y van acabando con la selva de los municipios conurbados de Mérida en Yucatán.
Silvia Chalé, habitante de Chablekal, denuncia que, “El monte no son solo árboles y vegetación, son los animales, el espacio donde sacas la madera, el forraje para los animales. Es parte de tu vida como pueblo y el pulmón de las comunidades ante el embate climático que estamos pasando. Cuando acabas con los montes, acabas con la historia y la vida de un pueblo. Chablekal tiene edificios que datan del año 1,600 d. de C. como para que arrasen con todo, así como así”, y nadie hace algo por frenar a esos empresarios inmobiliarios.
De acuerdo con Global Forest Watch, en los últimos 20 años, Mérida ha perdido más de 233 hectáreas de cobertura arbórea y el 100% del bosque primario húmedo. Por otro lado, en el mismo Plan de Desarrollo Urbano se reconoce que la cobertura artificial del suelo ha aumentado en un 50% en los últimos 20 años. Y la plaga inmobiliaria ahora va ya decorando a los municipios conurbados.
Carlos Yam Chin es profesor de botánica y manejo de vida silvestre del Tecnológico de Conkal, Yucatán, localidad de donde es originario. Conkal no es una comisaría, sino un municipio colindante a Mérida que también era considerado un pueblo maya. En el Plan de Desarrollo Urbano, el Ayuntamiento de Mérida reconoce que en Conkal hay un “fenómeno de crecimiento inmobiliario relacionado con su cercanía a la zona nororiente de Mérida, donde se llevan a cabo varios proyectos de vivienda residencial que, sujeto a las condiciones de localización del mercado del suelo, atrajo a un sector de la población de niveles socioeconómicos altos y medio alto”.
Para Yam esto ha significado la pérdida de elementos culturales de la población como los solares, huertas agroforestales para autoconsumo, pero en general, una pérdida de la conexión con la naturaleza. “Si tú hablas con los jóvenes de ahora no tienen idea de lo que es el campo. Ya no hay gente que haga milpa porque ya no tienen territorio y los que tienen, se los están quitando para vender. Por donde vivo antes era una zona de producción hortícola, antes se sacaban toneladas de hortalizas y eso ya no existe”.
Como gran parte de la zona norte de Yucatán, Conkal está en la selva baja caducifolia, una región que fue impactada por la industria del henequén en el siglo XIX y que estaba recuperándose hasta que llegaron las inmobiliarias, de acuerdo con el especialista. En la selva baja caducifolia habitan especies endémicas amenazadas, en peligro de extinción o protección especial. Por ejemplo, el jaguarundi, un pequeño gato salvaje, pariente del puma, que llega a pesar entre 3,5 y 9 kilogramos.
En septiembre de 2023, circularon en las redes sociales varios videos sobre el avistamiento de un jaguarundi en una zona residencial del norte de Mérida, en Cholul. Y en enero de este año, un ejemplar de ocelote fue encontrado sin vida en la carretera Mérida-Progreso, luego de ser atropellado mientras intentaba cruzar.
No puede ser, ni seguir tolerando: “Estamos perdiendo la selva y con eso, la flora endémica de la región junto con sus poblaciones. Si ves las noticias cada vez aparecen más venados u ocelotes en la ciudad porque sus espacios se ven reducidos y son especies que demandan territorio. Los animales están siendo desplazados de la selva que se está perdiendo”, dijo Yam; urge ya hacer algo y acabar con esa plaga inmobiliaria del siglo XXI.