Si tienes una causa imposible y no encuentras la salida puedes acudir a San Luigi Orione, él te ayudará a encontrar paz.
Hoy en nuestra sección de esoterismo hablaremos sobre San Luigi Orione.
Consciente que Dios lo llamaba a ser sacerdote, pasó por los franciscanos y más tarde por los salesianos de Turín. Donde conoció personalmente a Don Bosco, de quien fue discípulo y extrajo gran parte de su formación religiosa.
Aunque comprendió que no estaba allí su vocación. Después entró al seminario de Tortona, donde se formó para ser sacerdote en 1895. En esos años fue descubriendo poco a poco lo que Dios le pedía, primero reuniendo a algunos niños de escasos recursos para catequizarlos y luego ayudándolos a estudiar en un colegio, que fue su primera fundación.
Esos fueron los comienzos de una congregación que iba asomando. Como un sueño envuelto por el manto de la Santísima Virgen, que contenía a hombres y mujeres de distintas nacionalidades en una gran obra: la Obra de la Divina Providencia.
De gran corazón, Don Orione se dedicó a socorrer a los más necesitados. Ya sea aquellos que fueron víctimas de los terremotos que asolaron Italia a comienzos del siglo veinte, como así también a los abandonados de la sociedad de aquella época.
Este mismo espíritu lo trajo a América y particularmente a nuestro país, donde en dos oportunidades (1921 y 1934) acercó su presencia misionera y solidaria para hacer crecer en Argentina –como ya lo había hecho en Italia– una “gran familia” que testimonia a Jesucristo a través de obras de misericordia:
– Cottolengos y hogares para discapacitados – Centros para niños en riesgo y abandonados – Escuelas – Parroquias y capillas – Misiones
Su entrega total a Dios y a los hombres la llevó hasta el último momento de su vida. Cuando supo que Dios lo llamaba, también allí respondió con prontitud: “Jesús, Jesús, Jesús, voy”, fueron sus últimas palabras, aquel 12 de marzo de 1940, en San Remo (Italia).
Es beatificado por el Papa Juan Pablo II el 26 de octubre de 1980. Y canonizado el 16 de mayo del 2004 por el mismo Juan Pablo II