Denuncian trabajadores petroleros de las 36 secciones que el actual Secretario General, Ricardo Aldana, está orquestando un descarado fraude para ser reelecto en el cargo.
Al concluir el registro de aspirantes a la Secretaría General del STPRM, donde quedaron registrados Cristina Alonso, con la planilla guinda, Ricardo Aldana, con la planilla verde, Fred Navarro , con la planilla blanca y Juan Martin Morales Barrera, con “fuerza oro negro”.
Afirmarin que el proceso electoral en el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM) para la renovación de su dirigencia ha sido severamente cuestionado por diversos opositores, quienes lo califican como una maniobra “amañada” y diseñada para perpetuar el liderazgo de Ricardo Aldana.
Aldana, exsenador del PRI y actual líder sindical, es conocido no solo por su cercanía a antiguos líderes como Carlos Romero Deschamps, sino también por su vinculación con escándalos de corrupción .
A pesar de estas acusaciones, Aldana ha logrado mantenerse al frente del STPRM, y su intención de reelegirse para el periodo 2025-2030 ha encendido aún más los ánimos dentro del sindicato, donde opositores ven en este proceso electoral una clara trampa para asegurar su continuidad. El ambiente es tan adverso para los opositores que varios de ellos han expresado abiertamente la imposibilidad de cumplir con los requisitos establecidos para el registro de planillas, ya que quienes los avalan son, según denuncian, afines al propio Aldana.
Por su parte una de las aspirantes y favorita en las encuestas, Cristina Alonso, pidió dejar atrás esas práctica fraudulentas y agregó que es tiempo que una mujer asuma el liderazgo del sindicato.
“Es tiempo de mujeres. Ya tenemos en Claudia Sheinbaum la primera presidenta de México. Pero aunque ha permeado mucho y hay diferentes gobernadoras, diferentes cargos de elección popular donde las mujeres han tenido ya una gran presencia, es notorio que en el sindicato petrolero no existe la equidad. El mundo no puede avanzar si la mitad de su población está excluida”, dijo.
Los críticos señalan que la convocatoria para renovar la dirigencia del STPRM, que representa a más de 90 mil trabajadores de Pemex, está estructurada para favorecer al líder actual y excluir cualquier oposición seria. Uno de los principales puntos de controversia es el escaso margen de tiempo dado para la inscripción de candidaturas. Según Juan Martín Morales Barrera, trabajador de la Sección 30 con sede en Poza Rica, Veracruz, “es prácticamente imposible reunir en tres días toda la documentación que piden para registrar una planilla”. Además, destacó que quienes evalúan los requisitos son parte de la misma dirigencia que busca reelegirse, lo que convierte a los organizadores del proceso en “jueces y parte”.
El proceso de inscripción, que cerró el 10 de octubre, tuvo lugar en la sede del sindicato en la colonia Guerrero, un lugar que, de acuerdo con Morales Barrera, suele estar vacío y con acceso restringido, en contraste con otros procesos donde las calles estaban llenas de candidatos ansiosos por participar. Este desolador panorama, afirma Morales, es un reflejo de lo que ocurre en el sindicato actualmente: un ambiente de represión e intimidación hacia los trabajadores que deseen oponerse a la actual administración.
Los trabajadores disidentes dentro del STPRM, como Morales Barrera y otros aspirantes como María Cristina Alonso (Sección 44 de Villahermosa, Tabasco) y Fred Navarro (Sección 35 de Tula, Hidalgo), han mostrado abiertamente su descontento ante lo que consideran un proceso electoral manipulado. Según ellos, las reglas del juego han sido establecidas por la propia dirigencia para asegurar que Aldana continúe en el poder. “Ellos establecieron casi todas las reglas del juego, jugamos en su campo y puedes imaginar el resultado que esperamos”, declaró Morales, subrayando la falta de imparcialidad en el proceso.
Morales no es el único que ha alzado la voz contra esta situación. Otros candidatos han señalado que el sindicato, bajo la dirección de Aldana, ha fomentado un ambiente de miedo y represión. Las exigencias para la inscripción de candidaturas, que incluyen la presentación de credenciales vigentes del Sistema Institucional de Identificación Única y el cumplimiento de una serie de trámites burocráticos en un tiempo extremadamente reducido, hacen casi imposible que los opositores logren cumplir con los requisitos, más aún cuando quienes supervisan el proceso son afines a Aldana.
La Comisión Nacional Electoral (CNE) del STPRM, encargada de validar las candidaturas, está integrada por figuras cercanas a Aldana, lo que refuerza la percepción de que el proceso está viciado desde su origen. Entre sus miembros destacan Raúl Ramírez Rangel, secretario del Trabajo del sindicato, Daniel Aguado Rojas, secretario del Exterior y Propaganda, y Eleuterio de la Rosa Esteva, secretario de Organización y Estadística, todos ellos vinculados estrechamente con la actual dirigencia. Esto, según los críticos, garantiza que cualquier candidatura opositora será revisada bajo la óptica de la lealtad hacia Aldana.
Un factor adicional que ha surgido en los últimos meses es la aparente distancia entre la actual presidenta de México y Ricardo Aldana. Aunque no ha habido declaraciones públicas al respecto, se ha filtrado información que indica que la Presidenta no tiene interés en mantener a Aldana en el poder, y que estaría buscando una forma de jubilarlo. Este rumor ha cobrado fuerza entre los trabajadores disidentes, quienes ven en la postura del gobierno una posible esperanza de cambio. Algunos, como Morales, señalan que el simple hecho de que la Presidenta haya enfatizado la necesidad de justicia y respeto a la Constitución les da “un poco de paz” en medio de un proceso que parece diseñado para perpetuar la corrupción.
Con el plazo de inscripción de candidaturas cerrado y un ambiente de sospecha y tensión dentro del STPRM, el futuro del sindicato parece incierto. Mientras Aldana sigue adelante con su campaña para reelegirse, muchos trabajadores sienten que están atrapados en un sistema que no los representa y que, en cambio, perpetúa los intereses de una élite sindical que ha controlado el destino de Pemex durante décadas.
El resultado de este proceso electoral, marcado por la desconfianza, la opacidad y las denuncias de manipulación, será un indicador de hacia dónde se dirige uno de los sindicatos más importantes de México. Para algunos, representa la oportunidad de un cambio, mientras que para otros, es la confirmación de que el sindicato sigue secuestrado por una red de poder que se niega a soltar las riendas.