Triques
Los medios estatales tuvieron desde hace muchos años a locutores, periodistas, redactores y comentaristas acordes a la política del sistema. Lo cual no es privativo de México y su historia, ni de la actual situación del país. Porque se han quedado por negligencia o exceso de confianza algunos comentaristas de noticias que aprovechan los canales televisivos del gobierno para extralimitarse en sus comentarios hasta convertirlos en un delito, desde luego, en nombre de la libertad de expresión.
Sabemos que desde la llegada de Josefina Vázquez Mota a la Secretaría de educación Público extendió los tentáculos panistas a todas las instituciones educativas que dependen de esa dependencia, en especial al Instituto Politécnico Nacional, al designar a la inefable Yoloxóchitl Bustamante Diez, que trató inútilmente de privatizar a la institución y la deterioró de tal manera que intentó hacerla inservible. Todavía hay en su nómina gente impuesta por esa tenebrosa funcionaria panista.
Después se fue a hacer más daño a la Secretaría de Educación Pública de esa madriguera del narcotráfico llamada Guanajuato. Así el IPN sigue sosteniendo en su canal de televisión a parásitos del pasado que siguen maltratando, más allá de la información o análisis que pudiera supurar el pequeño cerebro de personajes rancios como Leonardo Curzio.
La triste historia de Curzio, que tiene una participación “periodística” en Cana Once, del IPN, donde gana más de medio millón de pesos al año por aparecer una vez a la semana un rato en la transmisión del canal, viola la legalidad por ser juez y parte de los problemas del país, principalmente cuando dijo desde la víspera de las elecciones de 2018, que la cercana reforma eléctrica dividiría a los mexicanos en las urnas, porque él defendía los intereses de Iberdrola de donde es socio.
Ahora, desde la comodidad que le ofrece el salario que le dan para que insulte a las mujeres de la actual administración, que juzgue sin saber y maltrate sin razón a la nueva secretaria de Educación Pública, simplemente porque no es del agrado de dizque empresario de la distribución tramposa de energía.
El periodismo basura al que nos tienen acostumbrados desde hace un siglo quienes se disfrazaron de periodistas activistas en favor de los ricos y poderosos del país y del extranjero ahora más notorio que nunca. No sólo muestra su existencia, sino que exhibe ña frágil estructura que siempre defendieron violando la ley y diciendo mentiras. Pero, además y, sobre todo, mostrando un racismo que es propia de esa gente al estar ceca de los rateros poderosos se consideraron superiores.
El racismo y la misoginia mostrada por Curzio es un común denominador por esos activistas del conservadurismo para ramplón que siempre practicaron, ahora se hacen evidentes por el contraste que existe entre la conciencia de la gente y la inercia impune de la estigmatización que siempre utilizan esos agentes políticos autodenominados periodistas.
Al denostar a Leticia Ramírez mostró un total desconocimiento de la estructura del gobierno que critica, lo cual descalifica cualquier cuestionamiento de los muchos que acostumbra a emitir en los útiles espacios que tienen todos los representantes del pasado que se enriquecieron con dinero que debió ser destinado a obra pública, pero que fue a dar a sus bolsillos para hacerles creer que son seres superiores, cuando en realidad son delincuentes comunes.
Estos activistas del conservadurismo no pueden seguir defendiendo intereses particulares en medios de los mexicanos, porque en Canal 11 no puede trabajar gente que inventa mentiras sobre la realidad política de México. Se estarían burlando de más de 30 millones de mexicanos que votaron por Morena y por el presidente.
Una fauna conformada por entes como Leonardo Curzio, María Amparo Casar, José Antonio Crespo, Erza Chabot, no pueden tener como medio de difusión a las ideas conservadoras un canal de televisión que debe ser cultura, educación y formador de opiniones nuevas no resucitadores de formas de pensar del pasado, que en nada las hace diferentes a los canales de televisión privados, con estrategia desinformativa que termina por ser basura en medios de información dignos y con auditorio que ya no les cree.