El parque temático de Disney en California reabrió sus puertas el último fin de semana tras un largo cierre por la pandemia de coronavirus. Este ya tuvo su primera polémica sobre uno de los clásicos favoritos: el beso “no consensuado” que el príncipe le da a Blanca Nieves para despertarla
La atracción dedicado a aquel personaje fue completamente renovado para que los visitantes puedan caminar por las escenografías de la película. El recorrido, que antes terminaba con la muerte de la Reina Malvada, finaliza ahora con el beso del príncipe. Con el que le devuelve la vida a Blanca Nieves después de la mortal mordida a la manzana envenenada.
En la nueva versión, se adoptó como final de la atracción el mismo epílogo de la clásica película animada de 1937. Se trata del “beso del amor eterno” del príncipe que permite liberar a Blanca Nieves del hechizo. La escena que vimos en las películas, ahora cuestionado por no haber sido “consensuado”.
La atracción antes llamada “Snow White’s Scary Adventure” (La escalofriante aventura de Blancanieves) ahora se llama “Snow White’s Enchanted Wish” (El deseo encantado de Blancanieves”).
“Blanca Nieves está dormida y, por lo tanto, el beso no fue consensuado”. Fue la polémica lanzada online por dos periodistas de SFGate . Que revisaron una de las atracciones más antiguas del parque que inauguró el propio Walt Disney en 1955.
“No puede ser un beso de amor verdadero si solo una persona. En este caso el príncipe, sabe lo que está pasando”, escribieron los periodistas en la edición digital del San Francisco Chronicle.
Experta en literatura opina sobre el cuento de Blanca Nieves
Consultada por Clarín, la escritora Carola Martínez, especialista en literatura infantil, coordinadora del Plan de Lectura de la Ciudad y dueña de la librería Donde viven los libros, considera que “las continuas revisiones de los clásicos por parte del mundo adulto marcan muchas cosas interesantes. La primera es que no toman en consideración que son narraciones que datan del siglo XVII y que en ese contexto de producción no existe ninguna posibilidad que estén en concordancia con lo que piensa la sociedad cuatro siglos después”.
Completa su idea: “Segundo, que no pueden distinguir algo fundamental las narraciones forman parte de la ficción y más aún en este caso de cuentos maravillosos por lo que la necesidad de hacerlos corresponder con la realidad no tiene sentido. Las narraciones no son realidad. Nadie le robó un beso a Blancanieves, básicamente porque Blancanieves no existe”.
Y cierra: “Y por último esta necesidad de censura es tan aberrante y peligrosa como la censura que hacía la dictadura militar en Argentina o el régimen franquista en España. No podemos permitir estos avances porque primero vienen por la Blancanieves y luego van a comenzar a revisar qué ‘contenido’ tienen los libros para niñas y niños y decidir que escribimos quienes nos dedicamos a ellos. Por favor, dejen en paz a los cuentos de hadas”.
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