Janet Galindo
La Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) informa que el conflicto bélico entre Rusia y Ucrania ha desestabilizado al mundo, principalmente en materia económica y energética. Los combustibles han alcanzado precios altos no vistos en una década y eso afecta de forma directa la inflación en México.
El país, si bien es un exportador de petróleo, es un importador de gasolina, diesel y gas. En 2021 exporto 28 mil 926 millones de dólares de productos petroleros (petróleo crudo, gasolinas, diesel, gas natural), pero importa 53 mil 851 millones de dólares.
En 2021, Pemex importó alrededor del 60 por ciento de la gasolina que vendió en México. Pero la solución a este tema está lejos de ser sencilla, el gobierno ha planteado como solución ser “autosuficientes” (Soberanía energética). Hacer eso según los expertos nos llevaría a terminar importando ya no gasolinas sino petróleo.
En 2021, según cifras oficiales, el promedio de utilización de las 6 refinerías existentes fue del 44 por ciento de su capacidad; son antiguas, con tecnología obsoleta, que apenas alcanzan a producir en conjunto un promedio de 247 mil barriles diarios de gasolina. Sin embargo, para satisfacer la demanda de gasolinas para autos, se compran en el extranjero casi 300 mil barriles al día.
Por eso se ha cuestionado la construcción de una nueva refinería o la compra de Deer Park en Texas. Son alivios parciales que están lejos de ser una solución de fondo. Lo correcto sería invertir en la mejora de procesos, en tecnología, en generar alianzas con empresas y en buscar elevar la productividad de Pemex.
Uno de los puntos medulares de la nueva realidad energética mexicana: la apertura al mercado global que desde antes de la Reforma Energética conducía el monopolio. No obstante, en estos últimos años, como lo ha señalado el Instituto Mexicano para la Competitividad, (IMCO), México se encuentra en una posición comparativamente débil en materia de seguridad energética.
El país no ha realizado las inversiones necesarias en infraestructura, por ejemplo, de almacenamiento (cuenta con menos de ocho días de inventarios de gasolinas) y de distribución de petrolíferos. Existen pocos permisos de importación de petrolíferos e hidrocarburos (actualmente de acuerdo con datos de la Secretaría de Energía solo 77 se encuentran vigentes, después de que en los últimos años se han cancelado más de mil 500).
De igual forma, la incertidumbre legal y regulatoria en el sector ha retrasado o cancelado nuevas inversiones por parte de empresas privadas a lo largo de la cadena de valor de los hidrocarburos, de tal suerte que es difícil hablar de un mercado con competencia efectiva.
México tiene una gran oportunidad de generar confianza y certidumbre, podría atraer inversiones que están percibiendo riesgos en otras regiones del mundo. Es por eso tan necesario que se respete y haga valer el Estado de Derecho para que aprovechemos al máximo la posición geográfica, las reservas y los tratados internacionales.
Por ello, la Coparmex convoca a cerrar filas en torno a un objetivo: que el país cuente con la energía necesaria para salir adelante. Podrán existir distintas visiones, pero lo importante es que las familias vivan mejor, cuenten con servicios, paguen lo justo y nadie se quede excluido.
Un nuevo modelo energético, conjugando y complementando los esfuerzos públicos y privados, nacionales y extranjeros, puede dar pie a una estrategia definida y consensuada para incrementar su capacidad de almacenamiento a un promedio mínimo de 13 días para el 2025.
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